No es lo mismo rehabilitar a una persona con traumatismo de cráneo en las etapas inmediatamente posteriores, que rehabilitarlo años después. A diferencia de lo que se creía años o décadas atrás: que una vez que el cerebro se lesionaba el daño era irreversible, en la actualidad se sabe que no es así. En las etapas posteriores la capacidad de plasticidad y de reorganización del cerebro es máxima: trata de encontrar circuitos alternativos para suplantar déficits ocasionados por el daño.
Otro punto importante es el avance de la tecnología asociada a la rehabilitación.
En la última década hubo un enorme desarrollo tecnológico. En primer término, estuvieron vinculados a ampliar el conocimiento e interpretación del funcionamiento del cerebro, como así también, de los mecanismos alternativos que tiene el cerebro de recomponerse luego de un daño. Y en segundo lugar, el desarrollo ofreció beneficios a los pacientes con déficit de recuperación. Para aquellos que no lograron una completa reinserción en la sociedad, existe tecnología asistida que le permite manejar una computadora sin mover los brazos, manejar el teclado con el reconocimiento de voz, manejar dispositivos de control ambiental domiciliarios (aire acondicionado, calefacción, teléfono o TV) o establecer una comunicación a través de la informática. Hoy en día, la tecnología le permite ser a la persona mucho más independiente que hace 15 o 20 años atrás.
Por lo tanto el aporte tecnológico tanto en la rehabilitación como en el tratamiento es clave. Mucha de esta tecnología contrariamente a lo que se pueda creer es accesible. Son dispositivos adaptados que se encuentran en el mercado.
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